Testimonios

Jesica Silveyra. Esta formación para mí fue una experiencia muy sanadora y enriquecedora, como profesional y principalmente como persona.
Más que una formación, fue también una experiencia personal, que nos invitó a reconectar, recuperar y resignificar nuestros vínculos; con una mirada compasiva para con nuestra propia historia y la realidad de cada uno. Realmente hermoso! Gracias Claudia y Benjamín por elegir explorar, estudiar, conocer y compartirnos este camino tan vivencial por sobre todo. Gracias a cada uno de nosotros por habernos entregado a este aprendizaje y compartirnos un poquito de nuestra historia en este grupo tan hermoso! Un placer esta experiencia a nivel profesional y personal. Brindo por seguir creciendo y aprendiendo juntos! Un cariño enorme para ambos! Gracias, gracias, gracias!

Patricia Aón. El curso de Terapia Vincular-Familiar, la Supervisión, la participación en SATF, y todo aquello que comparto en contacto con Claudia es una fuente inagotable de motivación para mi tarea como Psicóloga y también para mi desarrollo personal. Es imposible realizar el curso sin mirarse, sin auscultarse, sin vivenciar profundamente, cada frase, cada palabra, cada gesto. A los conceptos conocidos y comprendidos como el de  Simetría entre padres e hijos, Función Paterna,  Recuperar la Función de Hijo… este curso despertó mi interés por la noción de: “Posición de Víctima”, que seguiré pesquisando y analizando en el trabajo con les pacientes. Teoría y práctica de la Terapia Vincular-Familiar serán los insumos primarios de mi tesis de doctorado en la cual propongo describir y aportar evidencia empírica a una técnica aprendida junto a Claudia y Benjamín, que consiste en la participación de los padres en la terapia de los hijos adultos. Como paciente, como alumna, como colega, como doctoranda, Claudia es mi referente intelectual, emocional y moral para quien tengo mi más sincero y profundo agradecimiento.

María de los Ángeles Fernández. Soy María de los Ángeles, psicóloga  especialista en niños y adolescentes y Terapeuta Vincular Familiar. Desde el año 2000 que me formé con Uds. (en forma presencial y súper vivencial e intensiva en todos los aspectos), mi forma de abordar la psicoterapia y sobre todo la «escucha» del paciente cambió rotundamente. El concepto de Simetría inconsciente en mi caso, vino a explicar tantas trabas o retrocesos en la terapia individual. La palabra ALIVIO es lo primero que para mí define lo que se genera (porque es mucho más que un insight cognitivo), cuando se trabaja la simetría y se reubica cada integrante de la familia en el lugar propio y único. Que el paciente pueda resolver sus conflictos o tramitar sus sentimientos en forma «sanita» tiene que ver con señalarle y recordarle, en cada paso de la terapia, que sólo podrá con los suyos… y a devolver los prestados!! Yo uso mucho la imagen de las mochilas en la espalda, para reconocer los pesos propios y los ajenos que siempre invito a repartir a quién le corresponda. En resumen es el abordaje más sano, realista, con buenos resultados y a largo plazo que desde mi experiencia… siempre recomiendo!! Un abrazo super super apretadito para todos los que estamos en este hermoso cambio y camino!!

Lucila Albano. Mi testimonio es que la formación me resultó extremadamente valiosa, me permitió sortear muchos de los «bloqueos» y «trabas» que mis pacientes me presentaban y que para mí eran vividos como desafíos. Gracias a este aporte el cual me brindó nuevos términos, una nueva estructura psíquica a conocer y enfoques transgeneracionales, mágicamente al aplicarlo y que los pacientes «comprendan», el alivio aparecía y el avance era notorio. Agradezco tu entrega, generosidad y sencillez como la de Benjamín, quien aportó excelentes ejemplos que resultaron muy didácticos como también, su empatía y antena para sentir y poner en palabras mucho de lo que los nosotros sentíamos. Me llevo que la conexión emocional trasciende la virtualidad y cuando hay ganas, todo es posible. MIL GRACIAS y FELIZ de haber participado.

Noelia Virginillo. Tuve la posibilidad de participar en el Curso Intensivo de Formación en Terapia Vincular-Familiar y fue una experiencia muy enriquecedora desde lo profesional, pero también desde lo personal ya que se toca la temática de los vínculos, de los cuales ninguno de nosotros está exento. Los aportes teóricos me resultados innovadores, me aportaron una mirada distinta y precisa sobre la manera de abordar todo tipo de problemáticas actuales. Pude descubrir y ratificar ideas como: La importancia de lo que se transmite transgeneracionalmente y de aquello no dicho o no elaborado que genera síntoma y sufrimiento;  La internalización de las funciones materna y paterna en la infancia y en la adolescencia como base de un buen desarrollo de todos los aspectos de la vida; La necesidad de adoptar maneras diferentes de autoridad frente a niños que se sienten de igual a igual con los adultos; La importancia de validar y legitimar los sentimientos y emociones a través de una comunicación efectiva; La posibilidad de poner límites y transmitir que las limitaciones nos exceden a todos y hay que aceptarlas y encontrar maneras creativas y sanas de seguir adelante; entre otras tantas ideas y aportes valiosos! Muchas gracias Claudia y Benjamín por su gran aporte y sobre todo por su calidad humana a la hora de transmitir sus conocimientos y experiencias!! Seguiremos en contacto!!! Un placer participar del curso.

Gisela Barbero.  Soy Gisela Barbero y hace unos meses por curiosidad y porque siempre me interesó la Terapia Vincular encontré en las redes la formación en Terapia Vincular-Familiar con los grandiosos Claudia y Benjamín, mi experiencia fue increíble, conecté desde mi primer encuentro pudiendo ponerle palabras y explicaciones a un montón de situaciones y vivencias a nivel personal y profesional que veía que sucedían y no sabía el por qué… la terapia Vincular Familiar y la teoría de la simetría han sido un descubrimiento que me ha cambiado la vida, mi mirada y no solo tomo como una terapia profesional para plantear en mi trabajo lo tomo como un paradigma de mi vida, transmitiendo por todos lados en cada aspecto de mi vida mi descubrimiento de este tipo de terapia… Siempre fui una convencida que tenía que existir una terapia donde se trabaje el vínculo familiar y Claudia y Benjamín y su equipo la han creado… como dice Claudia es una terapia vanguardista… pero sumamente necesaria para comprender y abordar las problemáticas actuales que atravesamos cómo sociedad. Me llevo una excelente experiencia y conocí profesionales y personas increíbles, mi idea es seguir profundizando en este tipo de terapia ya que me identifico muchísimo.

Ana Beatriz Pino. El curso de Terapia Vincular, resultó ser una experiencia enriquecedora en varios aspectos, desde lo personal, atravesando emociones íntimas  y como profesional el trabajo clínico se ve enriquecido con aspectos nuevos de escucha, con el agregado de las experiencias y aportes de los integrantes del grupo, y como para  destacar el conocimiento que saben transmitir Claudia y Benjamín conceptos  teóricos complejos de manera clara y amable, con el  aplomo que da el saber y la experiencia de un largo recorrido de investigación y compromiso. Es un curso altamente recomendable para profesionales y aquellos interesados en el desarrollo humano. Gracias infinitas.

Andrea Silva. El curso fue muy fortalecedor en cuanto a lo profesional y personal. Sumando modalidades de intervención en el abordaje vincular-familiar aprendiendo junto a Claudia y Benjamín porque así se siente con mucha humildad y muy cerca. Es mí segundo espacio de aprendizaje, el primero fue la formación en Orientación Vocacional donde me reencontré con mí lugar de hija y fue inmensamente sanador. Y ahora en esta segunda etapa de formación, ya madre, pude revisar nuestros vínculos familiares. Cómo también en cada encuentro pude ir reflexionando con las diferentes situaciones, vivencias de mis pacientes y poder descubrir formas de  acompañarlos a ellos y sus familias terapéuticamente. Cómo siempre expreso: inmensos profesionales, mucha experiencia para transmitir, como también humildad y empatía como formadores. ¡GRACIAS!

Tamara Costa. El curso de Terapia Vincular es una experiencia  enriquecedora  desde lo personal y profesional brindado de la mano de Claudia y Benjamín que a través de su experiencia y expertiz nos van transmitiendo herramientas que podes aplicar en cualquier ámbito de tu vida. Es un viaje donde los sentidos se agudizan, la escucha, la observación, la introspección, la empatía están presente en cada encuentro permitiéndote hacer un recorrido interno mirando al pasado, trabajando en el presente con miras al futuro. Es un curso que recomiendo por el enfoque en el desarrollo humano.

Valentina Álvarez García. Después de la pandemia, comencé el curso por interés en la metodología empleada por Claudia Messing y Benjamín Zarankin, y con la única experiencia previa de haber sido paciente de ambos: es decir, no soy terapeuta ni docente, como la mayoría de los participantes que buscan herramientas para entender y poder interactuar a los niños y jóvenes y sus problemáticas. Saliendo de la pandemia y en medio de una (siempre movilizante), mudanza de país, el curso me resultó una herramienta muy valiosa; me permitió enfrentar dilemas familiares y minimizar conflictos. Ante todo, me permitió incorporar un lenguaje y un trato distinto (y más efectivo) con mis hijas y me dejó una enseñanza: explicar menos, dar menos órdenes, menos consejos, menos miedos y dejar que el amor hable más fuerte en la crianza de los hijos. No podría estar más satisfecha y agradecida con Claudia y Benjamín: mi vida mejoró y mi percepción de las dinámicas familiares -mías y ajenas- dio un salto de calidad. Así que súper recomiendo a todos los profesionales que realicen está formación que no solamente aporta información y conocimientos y entender sino que la calidez humana de Claudia y Benjamín se contagia.  Sin extenderme más millón de gracias por cada encuentro… por cada palabra, intervención y por tener esa enorme humildad de enseñarnos y transmitir sus saberes sin juzgarnos!

María del Carmen. Decidí apuntarme al curso sobre Terapia Vincular con el objetivo de crecer en el ámbito profesional y poder implementarlo en terapia. Ha sido muy gratificante haber cumplido este objetivo e introducir en las sesiones familiares e individuales todo lo aprendido, pero además de ello he podido realizar un recorrido personal. Es una formación actualizada donde a través del vínculo familiar se pueden abordar las problemáticas actuales de la sociedad. Destacar que he realizado el curso desde España y por trabajo no he podido conectarme a todas las sesiones por lo que ha sido muy positivo contar con las grabaciones. Me gustaría agradecer a Claudia y Benjamín su dedicación, nos han contagiado las ganas de seguir aumentando la formación en este ámbito tan importante.

Teresa Rojas. Transitar este tiempo en el curso de formación en terapia vincular-familiar que llevaron adelante, fue muy bueno por la manera que lo propusieron, el marco teórico y la forma que se fue entretejiendo. Con las experiencias que se pudieron compartir, por tu posicionamiento y de Benjamín, por esa capacidad de dar y de llegar al otro, sobre todo en este tiempo, desde la virtualidad, pero espacio al fin, a partir del cual se fue estableciendo un puente de encuentro desde tu lugar y el propio de cada uno, en base a las vivencias, las motivaciones, historias, en pos de la formación profesional. Saludos y hasta siempre.

Andrea Elikir. Me permite integrar el conocimiento transgeneracional con el aquí y ahora. Brinda la posibilidad de «abrazar» a los ancestros y devolverles lo que es de ellos: enojos, frustración, secretos, para retomar el propósito personal dentro del ámbito familiar. Atraviesa lo personal, lo profesional al unísono. Se sana, se ve, se comparte, se integran lo propio y lo ajeno. Enriquecido por las anécdotas y testimonio de los compañeros, llenos de humildad y entrega, compartiendo de manera espontánea, sincera, cotidiana. Guiados por el conocimiento y la transferencia sumamente generosa, amorosa, desde una escucha atenta, interesada y abierta por parte de Claudia y Benjamín. Muchas gracias por este «encuentro», en todo sentido, repartido en varias veces.

María Lucía Saumell Beggs.  No quería dejar pasar la oportunidad de mencionarles mi experiencia en el curso. Fue super enriquecedor, tanto a nivel profesional como personal.Como saben, me especialicé en clínica de niños y adolescentes, por lo que el trabajo con las familias siempre está dentro del panorama a trabajar. Y poder sumar los conceptos que imparten desde la Terapia Vincular-Familiar les aseguro que expandió mis horizontes de intervención. A nivel personal, me dio muchísimas herramientas para poder pensarme y pensar a quienes me rodean. Abarcar lo que ustedes proponen es algo hasta ahora “desconocido” para mí, por lo que me abrió a nuevas posibilidades. Muchísimas gracias por la calidez y la claridad en todo lo que vimos! UN SALUDO ENORME y ojalá nos veamos pronto!

Maria Jose Craviotto de Falus. Si bien hace bastantes años que vengo formándome en la Terapia Vincular-Familiar, el curso de este año marcó una gran diferencia. Significó una gran profundización, adentrarse en nuevos desafíos y descubrir y descubrirme más segura en la tarea terapéutica. Y la presencia y aporte de profesionales de diferentes lugares con miradas diversas enriqueció mucho los encuentros. Un GRACIAS enorme, como siempre, a mi querida maestra Claudia y a Benjamín, por supuesto.

Sofia Altobelli Di Pasquo. Quería agradecerles por la claridad, la profundidad, la generosidad y el cariño con el que llevaron adelante el curso y el clima que se generó con todo el grupo. Me alegró mucho tener la posibilidad de hacer la formación online y a pesar de no haber estado presente en el momento de los encuentros, me sentí de alguna forma parte de la trama y me ayudó mucho a pensar situaciones personales y de la práctica clínica a través de la teoría, con tantos años de desarrollo e investigación y de todos los casos que iban aportando ustedes y los compañeros y compañeras, fue realmente muy enriquecedor e inspirador. Siento que este es un comienzo; no me había pasado con otras formaciones de posgrado el encontrarme con ganas de continuar y de formar parte de futuros espacios de supervisión. Espero poder incorporarme a los encuentros este año y compartir en vivo con todos. Muchísimas gracias Claudia y Benjamin y a todo su equipo y a todo el grupo lindo que se armó y me generó mucho entusiasmo para seguir profundizando, integrando y aplicando los conocimientos. En lo personal, a lo largo de las clases experimenté mucha calma, alivio, alegría y confianza. Felicidades y un fuerte abrazo!!

Maribel Merin S.  Ser parte del curso y supervisión, como psicóloga me dio mucha seguridad y claridad al enfrentarme a mis pacientes desde el enfoque de la Terapia Vincular-Familiar, dado que agradezco a Claudia y Benjamín su enorme generosidad, confianza, claridad para transmitir conocimientos, ejemplos que me aportaron una mirada única sobre las diferentes problemáticas actuales, la importancia de la herencia transgeneracional así como lo no dicho que genera dolor y a su vez se convierte en sufrimiento. Sumergirnos en la internalización de las funciones paternas y maternas en las diferentes etapas de vida (infancia, adolescencia y adultez), abrazar lo que depositaron los padres y recuperar el lugar de hijo/a, hacen la diferencia, logrando un bienestar, gracias por compartir tantas herramientas para enfrentarme como profesional.

Milagros Zavala Bustamante. TERAPIA VINCULAR-FAMILIAR: Una mirada que trasciende.

Alex Haley fue un escritor estadounidense que escribió la saga de “Raíces” publicado en 1976, cuyo argumento se centró en la investigación de sus propios ancestros, conjugando con su imaginación para hacer de ésta una gran novela… Estas palabras de Alex Haley: “En todas las maneras concebibles, la familia es un vínculo con nuestro pasado y nuestro puente hacia el futuro”, sistematiza desde mi perspectiva, esta mirada tan profunda de la Terapia Vincular-Familiar; pero a la vez tan cercana a la realidad de nuestros niños, de nuestros adolescentes, de los esfuerzos que realizamos los padres por no equivocarnos en su crianza… y me surge la pregunta ¿dónde aprendimos a ser padres? Pues nuestro único referente que tenemos es el ser hijos. Cuántos de los recursos que los padres utilizamos en la relación con nuestros hijos, tiene sus raíces en esos vínculos que mantenemos con nuestros propios padres y ellos con nuestros abuelos, estableciéndose una red transgeneracional que es importante investigar y elaborar, cuánto hay que tejer y destejer para hacer hijos y padres más felices.

Actualmente, trabajo en el Centro psicopedagógico de dos universidades, con poblaciones adolescentes diferentes pero con características comunes: ansiedad frente a la exigencia universitaria, procrastinación, dificultad para organizar no sólo su tiempo y tareas, sino su vida misma, falta de motivación para continuar, centrados en sí mismos, con sentimientos de soledad, confusión respecto a sus carreras, temor frente al término de las mismas, algunas veces conflictos con sus padres como figuras de autoridad, con sus hermanos, amigos, con sus parejas, con dificultad para establecer relaciones recíprocas… entre otros temas que me ha tocado mirar de cerca. En estas realidades encuentro un punto en común que yo le llamaba “dificultad para establecer sus propios límites”. Cuánto de lo escuchado y aprendido en estos meses con Claudia, Benjamín y los aportes de mis compañeros, me lleva a pensar que podría tratarse más bien de un problema de “simetría” que se ha ido instaurando entre padres e hijos y que observamos en esta nueva generación, esta mimetización inconsciente con la historia no resuelta de sus padres que va modificando la subjetividad del hijo y que se ve reflejado por ejemplo en la poca tolerancia a situaciones frustrantes, en la autoexigencia y exigencia de los demás, en  la actitud pasiva frente a sus metas de vida y en síntomas que se agravan a lo largo de sus vidas. En otro contexto, en mi quehacer profesional, tuve la oportunidad de trabajar en un Nido, con niños de 1 a 5 años, tuve la posibilidad de hacer intervenciones con los padres desde la consejería y grupos coloquiales y en ocasiones vi como una línea de tiempo en la que se podría predecir lo que vendría después. Teniendo en cuenta la particularidad de las historias y salvando las diferencias, en ocasiones me preguntaba, por ejemplo: “¿será que, si esta conducta que presenta Luisito en el Nido, no se trabaja de la mano con sus padres en términos de la coherencia y de la claridad de los límites, podría terminar como lo que sucede con Manuel en la universidad?”. En ese tiempo ese ejercicio resultaba interesante y valioso para mis intervenciones, sin embargo, hoy puedo encontrar que la mirada estaba focalizada sólo en el aspecto conductual, siendo necesario incidir en aquel momento que hubo “el quiebre”, en la reconexión emocional de los padres, que permite el reconocimiento del lugar afectivo de hijo y aquí traigo una frase de Claudia que me deja pensando: “cuando renunciamos a expresar nuestras emociones, absorbemos aquellas que no nos pertenecen”. Que entiendo,  vamos reproduciendo en nuestros vínculos actuales, con nuestros hijos, con nuestras parejas, en diferentes contextos. Es desde la mimetización inconsciente donde la “simetría” se hace evidente, la no diferenciación, la confusión de roles, los sentimientos de soledad, debido a que los padres no han sido incorporados como figuras protectoras.

La Terapia Vincular-Familiar, propone la necesidad de conectar con aquellas vivencias dolorosas y expresar los sentimientos que de ellas se desprenden, de una manera cálida y respetuosa, permitiendo un cambio que se sostiene en el tiempo en la medida que se le devuelve a su lugar de origen, a quien corresponde, allí donde se dio la situación traumática. En este camino, encuentro aún mucho que analizar, mucho que repensar y elaborar no sólo desde la teoría sino desde mi propia historia, es en esta búsqueda donde siento que la Terapia Vincular-Familiar sostiene una mirada que trasciende las generaciones.

María Guadalupe Salom. Aplicación de la Terapia Vincular-Familiar a los procesos de Orientación Vocacional en Eureka!

“Elegir la carrera me despierta demasiados sentimientos. Uno de ellos es una angustia terrible, ya que es algo para toda la vida y a lo que te vas a dedicar, además que es un cambio abrupto comparado con el colegio, es una etapa de la vida que comienza y te da terror. También me da mucho miedo e incertidumbre, quiero elegir algo que me guste pero a la vez tenga salida laboral, algo con lo que pueda sentirme cómoda y que me de puertas para en un futuro irme al exterior” – M. M. B.

Los procesos de toma de decisiones pueden tener su complejidad en todo momento de la vida; requieren presencia, análisis y conexión. Aún más la elección de la carrera, la cual suele ser percibida como un momento de quiebre en la proyección a largo plazo de la mayoría de las o los adolescentes. En los últimos cuatro años como psicóloga dediqué mi práctica profesional exclusivamente a acompañar los procesos de Orientación Vocacional de adolescentes, en general de 16 a 22 años. En la gran mayoría de los encuentros puedo observar cómo características de esta época y de la vivencia del mundo de ellos o ellas suman un importante monto emocional a la decisión.

“Tengo un poco de miedo ya que de mi decisión dependen mi futura familia y mis próximos 50 años de vida más o menos”, menciona en una sesión Joaquín. En otro encuentro, Sol  expresa con angustia: “Esto es algo que siempre he considerado la decisión que comenzaría mi vida aunque al mismo tiempo eso me aterra y me da miedo equivocarme”.

Así, la práctica del día a día acompañando adolescentes deja entrever de manera empírica la sobreexigencia, el temor e incluso el enojo frente a la posibilidad de equivocarse, la necesidad de poder ser autosuficientes y desde allí cierta dificultad para aceptar sus propios límites. En consecuencia la inquietud, la angustia, el miedo, la ansiedad y la preocupación se presentan como monedas corrientes en mi espacio de trabajo. En concordancia con lo estudiado en estos meses, observo cómo el estar posicionados o posicionadas en un lugar de simetría dificulta tanto la elección de la carrera como la posibilidad de entregarse a un proyecto o sostener su decisión. Incluso más allá de la elección de la carrera, en el registro personal que ellos o ellas hacen de su forma de estar en el mundo, son capaces de reconocer muchos de estos aspectos. Algunos o algunas hacen referencia a cierta tendencia a sentir nervios frente a su desempeño, otorgando un gran peso a la mirada de las otras personas. Sienten además importantes niveles de frustración, estrés o enojo cuando “las cosas no están bien hechas”;  sienten inseguridad en sí mismos o mismas; puede llegar a enojarles las diferencias en el pensamiento o las expectativas de otras personas (lo que esperan vs. lo que ocurre), entreviéndose cierta dificultad para diferenciarse. También les resulta costoso en diferentes casos encontrar afectos o apoyos donde sentir calma y seguridad, temiendo incluso a ser desplazados y sufriendo en el temor una profunda vivencia de soledad. Esto puede verse, por ejemplo, en las palabras de adolescentes que acompañé:

  • No demuestro ni hablo con nadie sobre cómo me siento.
  • En algunas ocasiones suelo enojarme si la otra persona no hace algo como yo quisiera que lo haga.
  • Al hacer algo quiero que todo sea perfecto y eso no es posible y me termino estresando por cosas insignificantes.
  • Pienso mucho en las cosas y que no confío en muchas personas. (…) me parece que no confiar tanto me mantiene seguro.
  • Muchas veces espero que la otra persona haga lo que yo haría por ella…
  • No me gusta que me digan que hacer. Me molesto rápido por cualquier cosa.
  • A veces puedo ser muy hiriente porque no me doy cuenta de cuánto puede afectar a la otra persona.
  • Siento miedo por no ser capaz de poder estudiar, recibirme o no poder adaptarme al lugar donde vaya a vivir, porque sé que no quiero quedarme en Salta.

Así también, ellos y ellas entienden como problemática la inconstancia, la desmotivación, la “vagancia”, las dificultades para concentrarse, la impulsividad, el preocuparse en vez de ocuparse, la impaciencia y también la dificultad para estructurar sus tiempos, sus rutinas o su constancia para concretar lo que se proponen. Puntualmente en los procesos que realizo no siempre existe la disponibilidad (física, emocional o temporal), para realmente profundizar en la recuperación del lugar de hijo o hija y fortalecer también la individuación de cada persona que acompaño. Sin embargo, tras la incorporación de muchos aprendizajes a lo largo de estos meses, cada vez detecto más oportunidades para generar en el encuentro la posibilidad de que ese o esa adolescente pueda poner en palabras lo vivido, expresarse a nivel emocional y comenzar a recuperar gradualmente su lugar. Así también sostener los espacios de diálogo y trabajo ya sea con mamás, papás u otras figuras de referencia, en algunos casos brinda apoyos o facilita que las y los adolescentes con quienes trabajo puedan sentirse acompañados/as. Lo que es más, que esas familias que buscan sostener desde el amor puedan también encontrar recursos para abordar o encarar desde otro lugar el vínculo en un momento de cambio y transición.

Mariela, mamá de Agustín, comentó al final de nuestro trabajo: “Muchos beneficios: en el camino de ese proceso, aprendí que debía afrontar algunas heridas para poder ayudar a mi hijo en el armado de su historia y no sabía que era tan importante. Aprendí a conocer y respetar a mi hijo… Y mi hijo aprendió que soy capaz de aceptar y respetar sus elecciones”.

Daniela, mamá de Pilar, comentó: “Creo que cumplí con lo que ella esperaba de mí, pude acompañarla en su elección, estuvimos cerca y eso para mí como mamá es lo más importante… Que ella sepa que siempre estará su mamá al lado. También mejoró notablemente su autoestima, ahora la veo segura, no solo en la carrera que eligió sino en su vida. Comenzó a tener una vida social mucho más acorde a su edad y la veo disfrutar”.

La Terapia Vincular-Familiar permite una mayor comprensión de un fenómeno que, más allá del detalle de cada caso particular, atraviesa generaciones. Brinda además la posibilidad de fortalecer a las personas a nivel individual y cultivar el amor, la unión y el apoyo en las familias. Desde un modelo preventivo, estimo podré facilitar herramientas que promuevan en las familias que acompaño una comunicación auténtica, respetuosa y afectiva donde la expresión sea el disparador para trabajar la conexión o reconexión a nivel emocional.

Marta Teresa Schnizer. El curso me permitió interiorizarme acerca de un abordaje diferencial con el que se puede trabajar en los distintos ámbitos que permita revincular con la familia, especialmente estaba interesada y cumplió el objetivo de brindarme herramientas, para poder trabajar en un proyecto solidario en un comedor donde asisten niñes con distintas carencias, las materiales se están cubriendo (comida,  ropa), las afectivas hay que trabajarlas. Totalmente recomendable. Gracias.

Soledad Isse Moyano. Disfruté mucho en todo sentido  la cursada… Los apuntes y tu material se transforman en una especie de «Biblia» para mí en mi diaria en el colegio y  como Lic. en Orientación familiar que soy desde hace dos años. Gracias por la generosidad de los dos. No sólo es un placer escuchar todo lo que saben sino que sobre todo eso, valoro la apertura y amorosidad para compartir tantos años de experiencia acompañando personas. Eso no lo hacen todos. A su vez, para mí, fue muy lindo vivenciar ese juego tan lindo de uds. como pareja de profesionales y de vida, dialogando sus saberes con tanto respeto y cariño. Toda una experiencia presenciarlos esos sábados. Salgo enriquecida, transformada, motivada y entusiasmada en todo lo que se puede hacer para ayudar a las personas desde nuestra intervención vincular familiar. Un abrazo a los dos.